Hay una airada reacción de los estudiantes, profesores y trabajadores de la Universidad Distrital de Bogotá contra las actuales directivas de dicha institución de educación superior que hace parte del engranaje administrativo de la Alcaldía de Bogotá, encabezadas por Ricardo García Duarte.
Recientemente ese establecimiento ha sido escenario de un bochornoso escándalo de corrupción que involucra a Wilman Muñoz, ex director de extensión de la Distrital, quien despilfarro en varias actividades ilícitas como viajes, hoteles, compra de vehículos lujosos y otras grotescas manifestaciones de nuevo riquismo, mas de 10 mil millones de pesos (4 millones de dólares). Todo eso ocurrió sin que el flamante Rector se enterara para impedir semejante asalto a los recursos de la educación universitaria pública bogotana. Quién sabe dónde estaba este burócrata engreído o para donde estaba mirando cuando Muñoz hacía de las suyas con los dineros a su disposición. Seguramente estaba de paseo por el Centro Andino (con una de sus recientes adquisiciones burocráticas), lugar desde donde despacha
recientemente el señor García en perjuicio de una adecuada gestión administrativa de la universidad que demanda el cuidado y la diligencia de sus cuerpos rectorales.
Eso como que se volvió norma en todas estas universidades públicas como lo hemos denunciado para los casos de la Universidad del Quindío y la de Córdoba, donde sus directivos oficialistas han montado descarados atracos a los presupuestos con viáticos, prebendas y contrataciones al margen de la ley, arguyendo la autonomía universitaria.
Respecto de la Universidad Distrital ya habíamos anotando desde hace algunos meses que García Duarte había convertido dicha institución en un antro de la ultraderecha y el clientelismo para favorecer sus roscas seudoizquierdistas.
García Duarte monto un trinca para hacerse elegir como rector y para impedir las reformas democráticas y científicas surgidas de la iniciativa estudiantil, profesoral y de los trabajadores.
Por lo contrario, en contubernio con la ultraderecha bloqueo el compromiso de la Distrital con la paz y con los cambios sociales que demanda Bogotá.
Su argumento, tal como me lo expreso en una reunión en su oficina, era que él no era petrista y que su compromiso era con el neoliberal Alcalde Enrique Peñalosa.
Bien ganado el repudio de la comunidad universitaria. Su farsa ha quedado al descubierto. Que renuncie como Rector para que una nueva era de cambios en favor de la paz llegue a ese centro docente.
Fuera de la Universidad Distrital García Duarte y su folklorismo turístico y parasitario.