Cuba emplea fármaco para reforzar el sistema inmunológico que ahora se utiliza en adultos mayores para ayudarlos a enfrentar un eventual contagio con COVID-19.
Los adultos mayores en la isla reciben dosis de Biomodulina-T, fármaco que en La Habana se apliza en Plaza de Revolución, el municipio más envejecido del país y donde vive más de 150.000 personas, refiere Xinhua.
“La Biomodulina-T no es una vacuna, ni sustituye a la vacuna, ni la interfiere. Es algo más para ayudar a los adultos mayores, que son un grupo de riesgo”, explicó en televisión la doctora Mary Carmen Reyes, jefa del grupo de ensayos clínicos del Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN).
En esa institución científica habanera nació en 1993 la Biomodulina-T, un medicamento biológico para restituir el déficit inmunológico y muy eficaz en ancianos con repetidas infecciones respiratorias.
El inyectable, un inmunomodulador biológico de origen natural, es un extracto de timo, un órgano donde maduran los linfocitos T, células muy importantes en la defensa contra las infecciones, particularmente las virales.
Desde 2008 se emplea en el sistema nacional de salud de la isla con buenos resultados en el tratamiento de pacientes con cáncer, sepsis severa y VIH-SIDA.
Al explicar el actual uso, Reyes dijo que en los adultos mayores confluyen varios elementos, entre ellos la inmunosenescencia, que son los cambios que sufre el sistema inmune con la edad, además de la presencia de varias enfermedades crónicas.
De acuerdo con la científica, esa es la razón por la que en Cuba se utiliza desde abril del pasado año como fármaco preventivo en hogares de ancianos, instituciones sico-pedagógicos, hospitales psiquiátricos y centros de protección social.
“En septiembre último se decidió suministrarla cada seis meses a pacientes a partir de los 40 años en esos centros sico-pedagógicos y en los de protección social a individuos de menor edad”, rememoró Reyes.
Desde entonces, más de 12.000 adultos se incorporaron a esa gran intervención sanitaria para evitar las infecciones respiratorias, que disminuyeron en un 15 por ciento y mantienen un descenso sostenido, mientras que la mortalidad ha sido siete veces menor en aquellos individuos con el fármaco que han enfermado por COVID-19.
Desde que el nuevo coronavirus apareció en la isla, en marzo del pasado año, en el país se acumulan 4.806 fallecidos y 611.163 infectados.