El desierto de Scottsdale, estado de Arizona (EE.UU.), guarda 147 cerebros y cuerpos, todos congelados en nitrógeno líquido con el objetivo de ser reactivados algún día, informa la cadena CNBC.
No es ciencia ficción, sino la decisión de miles de personas de todo el mundo que han apostado su confianza, vida y fortuna en la criónica de la empresa Alcor, es decir, la práctica
de preservar un cuerpo con anticongelante poco después de la muerte con la esperanza de que la medicina del futuro será capaz de volver el cadáver a la vida.
El proceso de congelación comienza en el momento en que el médico considera que un paciente está muerto. A continuación el equipo de Alcor prepara un baño de hielo e inicia la administración de 16 medicamentos y variaciones de anticongelante hasta que la temperatura del paciente se reduce a hasta casi la congelación.
“Lo más importante es la rapidez con que llegamos a alguien y lo rápido que se inicia el proceso de enfriamiento”, señala el director ejecutivo de la compañía, Max More. Con el fin de garantizar que esto suceda, Alcor tiene instalaciones en el Reino Unido, Canadá y Alemania, donde empieza el proceso. Luego el cuerpo será trasladado a Scottsdale.
A continuación, un cirujano contratado separa la cabeza del cuerpo si el ‘cliente’ había seleccionado la opción ‘Neuro’, que implica la creación de un nuevo cuerpo con el ADN del paciente una vez llegue el momento de ser descongelado. Esta es la opción más económica de las que ofrece Alcor. Cuesta unos 80.000 dólares, menos de la mitad de lo que vale preservar todo el cuerpo (200.000 dólares como mínimo). More, por su parte, asegura que no es tan caro como parece, ya que la mayoría de sus clientes lo pagan en seguros de vida.