El pasado mes de abril, Google fusionó DeepMind, un laboratorio de investigación que había adquirido en Londres, con Brain, un equipo de inteligencia artificial que fundó en Silicon Valley.
Cuatro meses después, los grupos combinados están probando nuevas y ambiciosas herramientas que podrían convertir la inteligencia artificial generativa —la tecnología que hay detrás de chatbots como ChatGPT de OpenAI y el propio Bard de Google— en un entrenador personal para la vida.
Google DeepMind ha estado trabajando con inteligencia artificial generativa para realizar al menos 21 tipos diferentes de tareas personales y profesionales, incluidas herramientas para dar a los usuarios consejos de vida, ideas, instrucciones de planificación y consejos de tutoría, según documentos y otros materiales revisados por The New York Times.
En una presentación de diapositivas mostrada a los ejecutivos en diciembre, los expertos en seguridad de la inteligencia artificial de la empresa advertían de los peligros de que la gente se apegara emocionalmente a los chatbots.
Aunque fue pionero en la inteligencia artificial generativa, Google se vio eclipsado por el lanzamiento de ChatGPT de OpenAI en noviembre, lo que desencadenó una carrera entre gigantes tecnológicos y empresas emergentes por la primacía en este espacio de rápido crecimiento.
Google ha pasado los últimos nueve meses tratando de demostrar que puede seguir el ritmo de OpenAI y su socio Microsoft, con el lanzamiento de Bard, al mejorar sus sistemas de inteligencia artificial y al incorporar la tecnología a muchos de sus productos existentes, incluidos su motor de búsqueda y Gmail.
El proyecto es indicativo de la urgencia de los esfuerzos de Google por situarse a la cabeza de la inteligencia artificial y muestra su creciente disposición a confiar tareas delicadas a estos sistemas, reseñó el NYT