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¿Planea la sombra de un golpe blando sobre Argentina? La Alianza del Pacífico nació en el 2011 con México, Perú, Chile y Colombia como Estados fundadores, EE.UU. y China como observadores, y Australia y Canadá como futuros Estados asociados. En la actualidad representa el 41 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina y el 57 por ciento de su comercio exterior con un mercado potencial de cerca de 230.000.000 de personas. La celebración en Santiago de Chile de la XV Cumbre de la Alianza del Pacífico (diciembre de 2020) sentó ya las bases para incorporar al Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) siguiendo la teoría kentiana del “palo y la zanahoria“, expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para la Política Mundial Norteamericana” (1949). 

La aceptación por el expresidente argentino Mauricio Macri de los postulados del Fondo Monetario Internacional (FMI) supuso hipotecar la soberanía económica de Argentina, pues tras el desembolso del FMI de cerca de 52.000.000.000 de dólares quedaría la rémora para el actual Gobierno de vencimientos de

Deuda para el 2021 estimados en cerca de 15.000.000.000 de dólares. Ello devino monto inasumible para el Banco Central de Argentina, que dispondría de unas reservas líquidas de unos 2.500.000.000 de dólares, por lo que esta nación y el FMI habrían iniciado negociaciones para reestructurar el monto total de la deuda con dicho organismo, estimada en 45.000.000.000 de dólares.

Además, según BBVA Research, la inflación en Argentina alcanzará niveles ionosféricos en el 2021 (superior al 50 por ciento), lo que provocará la pérdida de competitividad de los productos argentinos con la consiguiente constricción en las exportaciones e incremento del déficit comercial, que desembocará en una tasa de paro desoladora del 20 por ciento en el 2021. Igualmente, una inflación descontrolada conlleva la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas, la contracción del consumo interno y la desincentivación del ahorro y búsqueda de rentas fuera de las actividades productivas, que podría desembocar en una desertización productiva incapaz de satisfacer la demanda de productos básicos.

Según la exdirectora gerente del FMI, Christine Lagarde, “la fortaleza del dólar junto con la debilidad de los precios de los productos crea riesgos para los balances y financiación de los países deudores en dólares”, de lo que se deduce que las economías de América Latina y Caribe estarán más expuestas a una posible apreciación del dólar y la reversión de los flujos de capital asociados, lo que podría reeditar la “Década perdida de América Latina” (Década de los 80), agravado por un notable incremento de la inestabilidad social, el aumento de las tasas de pobreza y un severo retroceso de las libertades democráticas.

En el plano geopolítico, la Administración de Joe Biden estaría seriamente preocupada por la creciente presencia de China y Rusia en el país a raíz del suministro de insumos médicos en el contexto de la actual pandemia sanitaria, y en especial por la posibilidad de que China instale una base militar conjunta con Argentina en Ushuaia a cambio de respaldo financiero chino para instalar un gigantesco centro logístico en la provincia de Tierra del Fuego.

A pesar de que el propio presidente argentino, Alberto Fernández, le habría prometido al enviado especial de Biden, Juan González, que “no habrá bases extranjeras en Argentina”, EE.UU. utilizará la estrategia kentiana del “palo y la zanahoria” para presionar al Gobierno argentino hasta lograr instalar una base conjunta en Ushuaia y controlar así el tráfico de megacontenedores por el Pasaje de Drake, alternativa al Canal de Panamá. En el supuesto de que el Gobierno de Alberto Fernández no sea sensible a los dictados de Washington, no sería descartable un “golpe blando cívico militar” que contaría con las bendiciones de la Administración Biden y cuyo primer esbozo serían las declaraciones en Radio Mitre del ideólogo del Grupo Clarín, Marcelo Longobardi, quien afirmó que “algún día tendremos una sorpresa porque vamos a tener que formatear a la Argentina de un modo más autoritario para manejar semejante descalabro”.