Aviso

Colombia: Medios de comunicación y posacuerdo

El poder de los medios de comunicación es tan grande que tienen la capacidad de crear deseos de cambio en la ciudadanía. Este planteamiento es válido en el campo político y otros de la vida social. Es por ello que en el caso colombiano, los medios de comunicación, tienen un papel clave en el postacuerdo.

 

El deseo de paz del pueblo colombiano es innegable y los medios pueden apoyar este esfuerzo desde el ejercicio de un periodismo orientado a cimentar el camino de la paz. Pero los medios no están desligados de los intereses de clase. Para la oligarquía colombiana, propietaria de los grandes medios, su objetivo al firmar la paz es tener la vía libre para consumar la entrega total del país a las multinacionales y consolidar el modelo neoliberal imperante. Bajo esa premisa sus medios se orientarán a la defensa y promoción del modelo con honrosas excepciones de unos pocos periodistas con honestidad intelectual y sentido de amor por su pueblo y su territorio.

 

Por otro lado los medios progresistas, de izquierda, comunitarios y alternativos, además de contar el deseo y los esfuerzos por la paz, también deben seguir contando el país real. Con los acuerdos de paz se espera termine el conflicto armado pero no el fín de los conflictos sociales que en un nuevo contexto seguramente se profundizarán. Un reflejo de ello, y de la respuesta gubernamental son las últimas acciones de protesta del sector campesino y el gremio de los camioneros.

 

Contar el país real luego de la firma del acuerdo de paz es contar la realidad cotidiana, la lucha, los sueños, los logros, las demandas de amplios sectores del pueblo que siempre han sido los grandes olvidados por los medios hegemónicos ligados al capital. Es decir, es contar el relato de las mujeres organizadas, de los campesinos, de los indígenas, los afrocolombianos, la juventud, los estudiantes, los colectivos por la diversidad sexual, los defensores de la Madre Tierra, los quijotes de la lucha por los DD.HH., los sin tierra, los sin techo, los sin empleo, los desplazados y los exiliados de la guerra.

 

El maestro Ryszard Kapuscinski - el  gran decano de los corresponsales de guerra en el siglo 20- reivindicaba la militancia de los comunicadores sociales en favor la paz cuando escribió:

 

“Para mí escribir sobre la guerra implica no ser un hombre frío, que se distancia, que trata de escribir con objetividad. Mi actitud frente a la guerra, y por eso escribo, es tratar de ayudar en mi modesto campo para que esa guerra se termine lo más pronto posible. Escribir sobre la guerra es luchar contra la guerra. Es tratar con lo que escribimos y con la manera como lo hacemos, de crear una atmósfera en contra de la guerra”.

 

Y de eso se trata, no ser periodistas frios que juegan a la gran mentira de la "objetividad", no distanciarse del país que nace a la paz y que también es suyo. Es hacer el trabajo para el nunca más, para que no regrese la guerra.

 

Tenemos grandes posibilidades de contar historias relevantes, de hacer las cosas de manera diferente.

 

Debemos poder evidenciar los olores, los colores y sabores de la paz. Construir una crónica de futuro. Contar el país que llega al acuerdo y contar el país que se quiere, el país que nace. Reconociendo el pasado, qué país debe nacer. Ir del blanco y el negro a la paz, a la gente en un país en paz.

 

Por ello podemos seguir desarrollando un periodismo que ayude a superar las expresiones violentas del conflicto poniendo la verdad por encima de todo, trabajando por el bien común, el bien de los pueblos, preocuparnos por entender y mostrar el contexto cumpliendo una labor pedagógica. De esa manera hacemos transparente el conflicto y la negociación buscando prevenir las desviaciones del proceso, haciendo visibles los efectos invisibles de la violencia y contribuyendo a la construcción de una sociedad que pueda manejar sus conflictos sin la intermediación de las armas.