Aviso

En Buenaventura matan afrodescientes durante las protestas y nadie dice nada; en cambio en Venezuela despeinan a la mona Tintori y en Colombia ponen el grito en el cielo contra la cruel dictadura que oprime a los venezolanos. Esto es una muestra de la idiotización y de la manipulación de la población colombiana. Algo en lo que cumplen su papel los medios de desinformación, como los llamaba el maestro Chucho Mejía. Son parte de la campaña de zombización de la población mundial.

 

Es cotidiano que los noticieros colombianos abran su emisión con notas contra Venezuela, a pesar de la crisis humanitaria en la Guajira, el Pacífico, las grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, los derrumbes en la región Andina, las inundaciones en los Llanos y zona costera, con miles de afectados y decenas de muertos. De eso se informa apenas lo circunstancial, sin ahondar en las causas sociales. Sólo la orden del silencio en un caso y del alboroto en el otro. Los frecuentes comentarios tendenciosos de los periodistas, muestran que sí hay una campaña internacional en contra de la Revolución Bolivariana; desvirtúan sus logros porque son un mal ejemplo para los pueblos de la región y del mundo, desde la visión temblorosa y temerosa del capital y de las élites.

Nunca dejará de traernos lecciones la gloriosa Comuna de Paris cuando durante la guerra franco prusiana, los obreros parisienses se negaron a rendirse -como sí lo hizo el derrotado ejército francés- y formaron su propio gobierno, el primer gobierno proletario en la historia. Entonces, a pesar del enfrentamiento, las burguesías de Francia y Alemania se pusieron de acuerdo y liberaron a los soldados franceses para que combatieran a su enemigo común: los obreros parisienses alzados en armas por su propia libertad. Así ocurre actualmente en Colombia, en donde el jefe del centro democrático y el presidente de la república se atacan mutuamente y sin embargo, uno con megáfono en mano y el otro con canciller y diplomacia ante la ONU y organismos internacionales, se unen para atacar a su enemigo común: el pueblo bolivariano que lucha por su independencia, su libertad y su soberanía.

Queriendo apoyar las criminales protestas de la derecha en el vecino país, muestran cómo una “heroica” mujer venezolana se para al frente de una tanqueta, frenando su avance;  pero no se dan cuenta de que eso no sucede en Colombia porque primero le dispararían y luego le pasarían el carro por encima; tal como  llegó la armada a Buenaventura con la orden de disparar.

Colombia es un país con 1.119 municipios y se han encontrado mil fosas comunes- en La Macarena, Meta, una con más de dos mil cadáveres y la de la Escombrera de Medellín, la mayor del mundo-. Sin embargo, se convence a la población local de que es gravísimo que en Venezuela tiren  gases lacrimógenos o que haya un muerto.

Muy ilustrativa la denuncia que hizo el senador Alexander López, con respecto a la violencia que ha venido aquejando a la población pobre de ese puerto, especialmente la de la isla del Cascajal de donde se han visto desplazados, para la cual existe el llamado “Master plan” con multimillonarias inversiones y pensado hasta el 2050 para ampliación de la zona de cargue.

El desplazamiento violento y el despojo son prácticas comunes en el crecimiento del capitalismo; algo que la oligarquía más sangrienta de América Latina ha aplicado históricamente, tal como sucedió en las décadas de 1940 a 1960 en las que recrudeció la violencia en el campo, despojando al campesinado y concentrando a la población en las urbes y el posterior impulso a la industrialización. Práctica que continúa. Es el estilo del capitalismo santandereano del siglo XIX. Planes perversos.

6.6 millones de hectáreas han sido despojadas en los últimos veinte años, más de 6 millones de personas se han  visto desplazadas del campo y también son obligadas por las bandas a salir de asentamientos urbanos. Son precisamente los acaparadores de tierras y los narcotraficantes, los que se oponen al proceso de paz y lideran las luchas contra la restitución de tierras, logrando hasta el respaldo de parte de la población.

El principal temor de los poderosos de derecha es verse solos y no encontrar quien se juegue el pellejo por defenderles sus privilegios y riquezas. Para ello manejan las riendas de las iglesias y las convierten en sus interlocutoras, logrando manipular hasta los conceptos de dios y de patria. Por eso es muy cierta la frase que dice: “un político es alguien que es capaz de dar tu vida por la patria”; es decir sus propiedades. Cuando se agoten estos mentirosos discursitos, el pueblo colombiano cambiará de rumbo y luchará por sus propios intereses.

 

Mayo 23 de 2017