Decenas de militares saudíes muertos fue el saldo de un ataque con misil balístico Tochka perpetrado el miércoles por el movimiento popular Ansarolá y las fuerzas del Ejército de Yemen contra una base militar saudí en la provincia de Al-Yawf (noroeste de Yemen).
No es la primera vez que la resistencia yemení lanza misiles Tochka contra posiciones saudíes en su territorio. En septiembre de 2015, las fuerzas yemeníes usaron uno de estos misiles contra la base militar saudí en Safer en la provincia de Marib (centro-oeste de Yemen) y mataron a 300 personas, entre ellas militares de Arabia Saudí, de Emiratos Árabes Unidos (EAU), de Bahréin y los yemeníes partidarios del expresidente fugitivo, Abdu Rabu Mansur Hadi.
Sin embargo, lo que ha hecho que el ataque del miércoles sea más decisivo que antes ha sido el momento de su lanzamiento. Durante los últimos días, se habían publicado muchos rumores sobre el fin de la guerra en Yemen. El portavoz de Ansarolá, Mohamad Abdel Salam, declaró el mismo miércoles que ya se había dado el primer paso hacia el establecimiento de un alto el fuego total en todas las regiones de Yemen.
Parece que, con el aumento de la posibilidad del cese de la guerra, las fuerzas yemeníes han decidido dar golpes más contundentes a las fuerzas agresoras para entrar con más logros en el próximo nivel de la tregua, es decir el inicio de las conversaciones políticas. Con esta lógica, el lanzamiento del miércoles tuvo este objetivo. Los medios de comunicación yemeníes informaron que, en este ataque, las fuerzas del Ejército yemení y de Ansarolá mataron a al menos 70 integrantes de la coalición liderada por Arabia Saudí e hirieron a más de 100.
El ataque del miércoles se produjo dos días después de que las fuerzas yemeníes atacaran una concentración de las fuerzas armadas partidarias del expresidente fugitivo yemení y el cuartel de Al-Nasr, en la provincia de Marib. En el ataque del lunes, las tropas yemeníes lanzaron un misil balístico Qaher-1 y destruyeron un número de equipos y fuerzas militares bajo el mando de Arabia Saudí.
Además de los ataques con misiles, las fuerzas de Ansarolá y sus aliados lograron recuperar el control de varias regiones ocupadas por las fuerzas saudíes. El miércoles también se hicieron con el control de la base Al-Shabaka, en Jizan (suroeste de Arabia Saudí). Esta base es muy importante por su cercanía al estrecho de Bab el-Mandeb.
Además, las fuerzas gubernamentales y los comités populares tomaron a principios de esta semana el control total de las regiones del norte y el oeste de la provincia de Taiz (suroeste de Yemen). En estas operaciones, las fuerzas aliadas mataron a un gran número de paramilitares saudíes. Las zonas recuperadas eran usadas como puntos de comunicación entre las regiones bajo el control de los terroristas en Taiz y otras zonas. Según los medios de comunicación, durante las últimas semanas, ha sido liberada el 17 por ciento de la provincia de Taiz, donde el 60 por ciento está bajo el control del Ejército y los comités populares.
Estos ataques sucesivos de las fuerzas yemeníes contra las posiciones de Arabia Saudí se producen mientras que han aumentado las discrepancias internas en el gobierno de Abdu Rabu Mansur Hadi en el extranjero así como entre los países miembros de la coalición. Este asunto muestra la crítica situación que se enfrenta Arabia Saudí tras un año de la guerra en Yemen.
Al considerar esta situación, los ataques sucesivos de las fuerzas de Ansarolá y sus aliados contra las posiciones de Arabia Saudí podrían intensificar las discrepancias del frente opositor y fortalecer la capacidad de negociación de Ansarolá.