Llegamos a Santander de Quilichao. Miradas furtivas caían sobre los bolsos, los zapatos, las botas y los rostros. Ojos provenientes de las motos, taxis, buses y chivas que en su caos por la carretera, buscaban clientes potenciales en el grupo que llegó al parque.

Llegó la camioneta. Mercado, bolsas y pasajeros hicimos espacio atrás. Ibamos dejando casas y calles para ser recibidos por el polvo, zancudos y montañas. Los abrazos se recibían con las viejas amistades.

Luego, se armaron las carpas de todos los colores. De manera atenta, se organizaron los turnos de guardia nocturna y quienes serían los voluntarios que arrancarían esa labor. De esta forma se dió inicio al encuentro de la Guardia Campesina en el norte del Cauca. La tranquilidad y silencio que armoniza el centro Los Tigres, equilibró los ánimos de l@s guardias. La programación se socializó para ordenar los tiempos de las actividades y quehaceres de cada guardia.

El saludo de las autoridades indígenas, inició el acompañamiento. Derechos Humanos, informática, intercambio de experiencias empezaron a tejerse junto a otros temas. Antes de salir el sol (5:00 am), los ejercicios en la cancha de fútbol avisaban que la jornada empezaba. Trote, estiramiento, calentamiento de coyunturas y trabajo de resistencia y agilidad se realizaban en una hora. Luego, otra hora para baño, lavado de ropa para dar paso al desayuno a las 7:00 am, preparado por los mismos guardias con la ayuda de una indígena de la comunidad, doña Yolanda. Sus manos mágicas y tiernas dieron el toque hogareño a la comida.

Talleres y reuniones a partir de las 8:00 am hasta llegada la noche, donde cada uno y una alistaba el camping, la cobija y la almohada para dormir o trasnochar en el cuidado del sitio y las personas.

A partir del segundo día, domingo se empezaría a jugar fútbol en la tarde. Luego de recibir con alegría las 4:00 pm, hora de jugar, le pregunto a Jhon Jairo Calderón, miembro del equipo nacional del Congreso de los Pueblos sobre la crisis que vive el norte del Cauca y esto me responde: A partir de la situación especial que viven los pueblos indígenas del norte del Cauca, dado al ejercicio del control territorial que están realizando en sus propios territorios, esto acompañado de las decisiones de modificar algunos cultivos de uso ilícito, presencia de grupos armados y militarización de las fuerzas de seguridad del Estado que se encuentran de manera masiva. Consideramos que era necesario que la Guardia del CNA-CDP hiciera presencia, adelantando una jornada en cumplimiento de los mandatos de fortalecer organizativamente, política e ideológicamente la guardia campesina.

Los zancudos se hicieron notar al caer la noche. Se repartió la cena para todos y todas. En ese receso, conversé con David Donado, costeño de agua dulce como dirían algunos del interior. Este campesino nato viene del Cesar y es miembro del Movimiento de Trabajadores, Campesinos y Comunidades de este departamento. Orgullosamente miembro de la Guardia Campesina del Nor-oriente del país. Con una sonrisa siempre, me explicaba el papel en la defensa de los Derechos Humanos que ejerce este cuerpo comunitario de protección y cuidado. Como siempre se ve, los gobiernos nos han tenido abandonados y siempre que nos meten la fuerza pública, es represión. En este caso, las guardias son etje una propuesta importante para el campesinado y el territorio, ya que lo tenemos abandonados y expropiados.

Ejte, como se vienen organizando los procesos sociales, también es una obligación organizar la Guardia Campesina, es la que defiende y protege el acompañamiento a los procesos sociales. Aunque son un proceso nuevo allá en el Cesar, David me explicó también que están gestionando proyectos para sostener la guardia. Noté mientras charlábamos, que en su bastón estaban talladas unas letras que se leían de arriba hacia abajo ¿qué dicen esas letras David?, enseguida levantó el bastón y con la sonrisa un poco más extendida en su rostro me dice es el nombre del proceso flaco.

A más de uno le sorprendió que hubiera pocas aves en el paisaje. De vez en cuando se veían chulos, uno que otra pareja de loros y las tórtolas con sus nidos en el salón de trabajo. Sin embargo, para estar a la pata del cerro, es para que hubiera más especies volando entre los Gualandays. Me llamó la atención una guacamaya con los colores de la bandera colombiana. Su plumaje rojo, amarillo y azul resaltaba a lo lejos. Me percaté que no se movía y nunca se despegaba de su dueño.

Al preguntar por el pájaro, Jhonatan Sánchez con su acento cojteño me explicó que hace parte de la identidad de la Guardia campesina, agrominera y ecológica del nordeste antioqueño. Al igual que el escudo en su espalda que contiene las montañas, ríos, campesinos y barequeros de ese territorio. Detallándome la tez negra, brazos fuertes y ojos rasgados de Jhonatan, recordé las tensiones cosechadas entre negros, indígenas y campesinos en algunos municipios y aproveché esta conversa para saber cómo pueden juntarse estos pueblos en un solo territorio.

Con el porte de un profesor que explica a un estudiante un tema por primera vez, me fue diciendo esto: pienso de una concentración como intercambio de experiencias, o sea talleres de Derechos Humanos, preparación y mirar a ver cuál es la ideología de la guardia campesina. Como nosotros los campesinos tenemos una mirada y la guardia indígena tiene otra forma de mirá y también los afro tienen otra forma de mirá, entonces eso nos conlleva a nosotros a juntarno, ver cuál es la propuesta, el camino que nos lleve hacia adelante.

En el caso de los indígenas que hay en el resguardo de La Po, nosotros estamos haciendo junto con ellos, vigilancia en las noches y las personas que vemos les preguntamos si están afiliadas a la JAC. Sin violentar a nadie, solo se le exige que se afilien y hagan parte de la JAC. Hago el llamado a que no tengamos miedo, sino a seguir luchando y reclamar nuestros derechos con el bastón en alto. La mirada fija que acompañaron estas palabras, le dio la credibilidad que solo un campesino, testigo del horror sobre los territorios, puede dar a cualquier relato. Nos dimos las buenas noches, abrazo y cada quien para su camping.

Las 4 mujeres y 48 hombres que hacen posible este caminar, traen sus chalecos, los conocimientos, experiencias, mañas y alegrías de sus comunidades campesinas. El bastón de chonta no lo dobla el miedo, ni menos se astilla con los ataques tramposos del gobierno nacional. Por el contrario, en cada carcajada, abrazo y bastón al cielo, las raíces de la dignidad y lucha se entierran profundamente en los corazones de los pueblos del campo y las ciudades.

¡Quiénes somos!

¡Guardia campesina!

¡Qué defendemos!

¡La vida y el territorio!

Wilmar Castillo, miembro de la Secretaria de Formación, Comunicación, Investigación y Pensamiento Propio.

Coordinador Nacional Agrario